Hoy, catorce de abril del 2017, vuelvo a estar aquí, vuelvo a sentarme en el banco de siempre.
Hay mucha gente, muchos estudiantes, pero ya no queda nadie de mi familia, de la familia que creamos en aquellos maravillosos tiempos.
Por eso necesito venir aquí cada vez que vuelvo a Nueva York, para mantener viva la situación, para que no se me olvide nada.
Estoy aquí sentado, en nuestro punto de quedada antes de entrar a las clases, pero no llegará nadie, y por más que espere, no lo harán.
De hecho, me he enterado de algo. Uno de mis profesores me dijo que ya no realizaban clases de las nuestras, que ahora solo hacen doctorados. Así que por quedar, ya no quedan ni los profesores.
Me voy a levantar y voy a seguir caminando por la cuidad, a disfrutar de estas calles que tanta paz e inspiración me transmiten.
La primera vez que llegué a ésta ciudad, me sentí pequeño, todo pasaba muy rápido y contundente. Pero ahora, me siento en casa.
Eso sí, hoy quería rendirle homenaje a Kaplan, esa escuela que me recibió cuando decidí venirme a vivir a Nueva York por primera vez.
Y es cierto que cada vez que vengo a la ciudad, vivo un Nueva York diferente, pero el primero, fue el que marcó mi vida y la cambió para siempre.
Nos vemos en intagram: @elnydejoseph